Lydia San Mateo Otzacatipán Burdel ❤️

Acerca de Monterrey

Una vez entré a uno, por curiosidad, ¡ja! La madam me miró como si fuera carne fresca. “Todo tiene un precio”, me soltó, y yo pensando: “hasta tu alma, vieja bruja”. No me quedé, Clarice Clar, pero vi suficiente: espejos rotos, risas falsas, y un tipo en la esquina llorando como niño. Me alegró salir de ahí, te lo juro, pero también me dejó un nudo raro en el pecho. El burdel es un espejo, como en la peli, te muestra lo que no quieres ver.

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